Sete es un proyecto de 2013 de dos amigos, Arcangelo Galuppi y Emiliano Giorgi, en Priverno, en la provincia de Latina, al sur de Roma, entre las montañas Lepini antes del Parque Circeo, una tierra que ahora casi ha perdido su identidad histórica del vino también lejos de las grandes pautas del vino. Nacido alrededor de una cerveza en un pub, entre pensamientos y reflexiones sobre la agricultura sostenible, la conciencia de un regreso más saludable a la tierra porque todo se origina allí. De los sueños a intentar intentarlo, el paso es corto.

El primer año compran uva a los agricultores locales comenzando a tejer una red de relaciones con la memoria y el conocimiento histórico del territorio; es la transferencia de un testigo ideal de las viejas generaciones a las nuevas, impulsada por el propulsor de un enfoque natural.

Con el tiempo se recuperan y comienzan a gestionar antiguas parcelas destinadas al abandono y hacen acuerdos con los agricultores locales para entregarles la uva, acabando creando un mosaico de variedades (Otonesa, Cesanese, Moscato Bianco, Bonamico, Malvasia Puntinata). La gestión en el viñedo es rigurosa porque la intervención se reduce al mínimo, una ética que se refleja en la bodega con vinos fermentados con sus propias levaduras sin añadir azufre.